11 avril 2006

 


Es el FIM...




El 9 de abril el electorado le hizo "pinguita" a Popy Olivera y lo echó a escobazos de la escena política peruana, donde fue su más intrigante payaso.

Durante 25 años Olivera zanganeó en el Congreso. El Apra fue la estrella de la fortuna de la que se colgó. Sólo en el mofletudo calzoncillo del ex presidente Alan García Pérez pudo sobrevivir como una ladilla.

Antes de expirar, Olivera sacó el máximo rédito a un videito pirata que echó abajo al gobierno de Fujimori y Montesinos.

Con reflejos de pulga se subió oportunamente a la combi del toledismo que lo premió, joder, con una embajada en España.

Olivera fue un político egoísta que se acomodó la careta de fiscalizador. Sin embargo, estuvo más ocupado en escalar que en legislar. La política lo sacó de la mediocridad y del anonimato. Paradójicamente, la política lo ha devuelto a esos oscuros reinos.

Aunque se marcha de la política por la puerta falsa, le queda el consuelo de haber sido embajador pero también la desdicha de contar a sus nietos que por poquito no fue también primer ministro y canciller de la república.

Nunca una escoba estuvo más desprestigiada que entre sus manos.

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